Memoria del cetemismo de Cajeme prevelacerá
Diciembre 12 de 2014. Viernes
Vertiente / Bernardo Elenes /Email: belenesh@hotmail.com
Carlos Moncada, tiene magia al hablar. Sabe conjugar su experiencia periodística con su fina ironía, a la hora de hacer una crítica, como sucedió ayer en Cajeme, al presentar su libro “La CTM de Sonora, fuerza política irrepetible”.
El acto tuvo efecto al caer la noche, en la Sala de Cabildos. Y ese espacio, donde se conjugan los debates para lograr el progreso de Cajeme, se llenó con la voz del escritor, quien nació frente a la Plaza 18 de Marzo y se nutrió, en su niñez, con los discursos de los viejos líderes fundadores de la CTM, que solían realizar sus mítines en ese espacio público.
Lo acompañaron en el presídium el alcalde Rogelio Díaz Brown; Irma Arana Rodríguez, presidenta de la Asociación Para las Bellas Artes, organismo coordinador del evento junto con el Síndico Municipal, Manuel Montaño Gutiérrez; asimismo los dirigentes estatal y municipal de la CTM, Javier Villarreal Gámez y Aurelio Valdez Dueñas; el cronista de la Ciudad, José Escobar Zavala, y entre el público los líderes Néstor Rábago, Agapito Parra Mares, Ramoncita Flores, el diputado federal Faustino Félix Chávez, Gabriel Baldenebro, Teresita Caraveo, Carmen Alicia Camacho, Olivia Lastra.
Se encargó el periodista Sergio Anaya, de hacer una semblanza de Carlos, en su devenir como informador y escritor.
El senador Ernesto Gándara Camou estuvo representado por Miguel Ángel Murillo, y ciertamente, se volvió notorio el acercamiento de la central obrera con El Borrego, quien tiene paso firme e ideas claras para servirle a Sonora.
La amplia sala se llenó de amigos de Carlos, líderes de la central obrera y trabajadores interesados en conocer las semillas del sindicalismo en Cajeme y en Sonora.
Entreveró, el escritor, las anécdotas con la realidad histórica de la CTM; las vicisitudes que tuvieron que atravesar sus líderes, y el recio ejemplo de rectitud de Jacinto López y Vicente Padilla Hernández, sin olvidar la rebelión de Rafael Contreras Monteón, El Buqui, cuando tendió un puente para que transitara el valor y la libertad de los obreros hacia los cargos políticos.
Hizo crítica valiente y frontal, contra el “encabronamiento” de los sonorenses por el mal Gobierno que encabeza Guillermo Padrés y los señalamientos de corrupción en contra de sus funcionarios, incluyendo a Javier Gándara Magaña; y rememoró pasajes de Fidel Velázquez y Vicente Lombardo Toledano.
Javier Villarreal, dio lectura al colofón del libro, donde Moncada, en cuatro párrafos, hereda a las nuevas generaciones la vocación para luchar y no permitir que la memoria colectiva de Sonora y de Cajeme muera; demostrando, de paso, que es un hombre de emociones, agradecido y sensible con la vida, al hacer un homenaje a su padre Francisco Moncada Acevedo.
“Comencé a investigar la historia de la CTM en Sonora con curiosidad –dice el epílogo-. Desafié a mi memoria a recordar. Hurgué en diarios y revistas de 75 años a la fecha. Evoqué nombres, rostros, episodios que viví como reportero. Consulté leyes y libros de Derecho.
“No sé en qué momento la curiosidad se volvió pasión. Sentirse rodeado de hombres y mujeres que son empujados y se levantan, que son derrotados y arremeten de nuevo en pos de la victoria, que piden, exigen, reclaman a gritos…, es un espectáculo único que dignifica al género humano.
“Entre los cetemistas que he evocado en estos capítulos hay gigantes y hay quienes no resisten la prueba de la rectitud. Yo no soy su juez. Los respeto por igual y a todos los abrazo porque mi padre fue también obrero.
“Asistía a las asambleas de su sindicato y alguna vez desempeñó un modesto cargo en la directiva. No se afilió a partido político alguno. Jamás faltó a su trabajo en el taller de herrería. Nunca salió su nombre en el periódico hasta que apareció la esquela de su defunción. Pero no era un obrero más. Era el mejor”.
Le saludo, lector.
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