Choques económicos dañan a la niñez: OIT

  • Revela el Inegi que 1.2 millones de niños entre 4 y 14 años trabajan

Uno esperaría que ya entrado el siglo XXI fuera menos frecuente ver niños trabajando en las calles. Sin embargo, en el mundo más de 215 millones de niños y niñas se encontraban aún en situación de trabajo infantil en 2008; y más de la mitad de ellos laboraba en trabajos peligrosos.

De acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre 2000 y 2008, el número de niños que laboraban disminuyó aproximadamente en 30 millones.

No obstante, la crisis global de 2008 ha tenido un efecto importante en la pobreza y el empleo entre los grupos de población más vulnerables.

En México, la Ley Federal del Trabajo establece una prohibición en la utilización del trabajo de los menores de 14 años y en los mayores de esta edad y menores de 16 que no hayan terminado su educación obligatoria, —esto último necesita la autorización de los padres—.

Pero la realidad 1.2 millones de niños de 5 a 14 años realizan actividades económicas, de acuerdo con los resultados del Módulo de Trabajo Infantil 2011.

Además de la gravedad legal y ética, se asoma otro tema, por ejemplo: el estrecho vínculo del empleo infantil con la pobreza, su retroalimentación y transmisión generacional.

Según el “Informe mundial sobre trabajo infantil” de la OIT, el trabajo de infantes obedece en parte a la vulnerabilidad de los hogares asociada a la pobreza, los riesgos y los choques económicos. “Es menos probable que los hogares pobres, sin acceso al crédito, difieran la participación de los niños en el trabajo e inviertan en su educación; más bien recurrirán al trabajo infantil para satisfacer sus necesidades y hacer frente a la incertidumbre”.

En México, había 32.5 millones niños menores de 14 años de edad a 2010, y más de la mitad —18 millones— vivían en pobreza, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

De acuerdo con el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza infantil tiene características particulares, al tener una mayor probabilidad de volverse permanente. “Sus posibilidades de reversión son más limitadas y las potencialidades para su reproducción en el futuro son mayores”.

Los hogares responden sistemáticamente ante una disminución temporal de sus ingresos recurriendo a préstamos o a sus ahorros, pero cuando estas opciones fallan, los padres pueden recurrir al trabajo infantil.

La OIT pone el dedo en la llaga al indicar que no se podrá seguir avanzando en la lucha contra el trabajo infantil sin políticas nacionales que ayuden a que los hogares disminuyan su vulnerabilidad a los efectos de la pobreza y los choques económicos.

Considera que el establecimiento de un piso de protección social es un elemento fundamental de los sistemas nacionales de seguridad social.

Asimismo, señala que los sistemas de financiamiento social, como el microcrédito y el microseguro, desempeñan un papel complementario importante para garantizar que las familias vulnerables no encuentren cerradas las puertas de los servicios y dispositivos financieros que necesiten.

La OIT subraya que los instrumentos deben pensarse considerando la diversidad de eventualidades interrelacionadas como el desempleo, la enfermedad, la discapacidad y la vejez, que pueden presentarse a lo largo del ciclo de vida y que impulsan la toma de decisiones familiares.

El trabajo infantil constituye una violación de los derechos de los niños, ya que impide su sano crecimiento y trunca su desarrollo escolar.

En el país, 25 millones de niños menores de 12 años en el país, que pertenecen en su mayoría al estrato socioeconómico medio bajo y bajo. De este universo de niños, 9.751 millones son menores de 5 años, 15 millones asisten a la escuela y 253 mil 660 niños no asisten, según el Inegi a 2012.

FUENTE: EL UNIVERSAL