Mitos sobre el trabajo en México (CONTRATO ESCRITO)

Faltando diez días para que una vez más sea 1 de mayo, día internacional de los trabajadores, considero útil comenzar una serie de reflexiones sobre el empleo en México que puede quitar mitos en torno al tema, ya que el Gobierno actual y buena parte de la prensa considera que es necesario volver flexible el entorno laboral, pues sólo de esa forma podemos ser competitivos frente a otros países vía costes laborales (salarios bajos como principal elemento) al momento de entrar al comercio internacional y crear todas las fuentes de empleo que el país necesita.

La reforma laboral aprobada el año anterior y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de Noviembre de ese mismo año, está encaminada a flexibilizar al mercado de trabajo. Los elementos que los empresarios y la teoría económica establecen para considerar a un mercado flexible son la poca vida sindical, la existencia de contratos temporales o la ausencia de ellos y la rigidez de los salarios reales a la alza.

Sabiendo todo lo anterior, resulta válido preguntarse si México era ya flexible en su mercado de trabajo antes de la reforma, ya que de ser así, los cuestionamientos a la nueva Ley Federal del Trabajo no se harán esperar.

El objetivo de esta serie de análisis y reflexiones es indagar en cuestiones teóricas y estadísticas sobre cada uno de los rubros mencionados que definen flexibilidad, para saber cómo era el mercado mexicano antes de la reforma. El primer elemento a considerar es el referente a la existencia de contratos, para dar paso a la parte de vida sindical y finalizar con el comportamiento de salarios y la evidencia que nos mostrará si ya era flexible el mercado de trabajo en México.

Referente a la existencia de contratos escritos, La Ley Federal del Trabajo a pesar de las modificaciones realizadas en 2012, sigue contemplando en su contenido aspectos que deben jugar a favor de los trabajadores, tales como el hecho de que nadie quedará fuera de los beneficios de la ley sin importar si se cuenta con un contrato o no, ya que el artículo 26 de la ya mencionada legislación, imputa al patrón la responsabilidad por la ausencia de un contrato escrito.

El hecho de que la Ley Federal del Trabajo conceda beneficios al trabajador que labora sin un contrato, así como las penas establecidas en el artículo 31 de dicha legislación para los empleadores, nos llevan al siguiente paso, el cual consiste en observar el número de personas que laboran con el amparo de ya tan citado documento; la lógica es que la mayor parte de quien está en el mercado laboral lo haga bajo contratación, pues la Ley Federal del Trabajo no hace distinción alguna entre trabajadores con o sin contrato escrito.

PEA OCUPADA Y NÚMERO DE TRABAJADORES CON CONTRATO ESCRITO

FUENTE: Elaboración propia en base a la ENOE del segundo trimestre de 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012. INEGI.

Aunque en el lapso de 2007 a 2012 prácticamente se duplicó el número de trabajadores con contrato, vale la pena poner atención en lo ocurrido a partir de 2008, ya que si elaboramos una tasa de crecimiento, el número de trabajadores con contrato aumentó a un ritmo de 3.057% anual.

Si establecemos una relación promedio para el periodo de estudio, sabremos que aproximadamente un 38% de quien se encuentra realizando una actividad laboral cuenta con un contrato escrito, por lo que de inmediato surge el cuestionamiento de la efectividad de la Ley Federal del Trabajo, ya que el medio laboral ha preferido mantenerse al margen de la contratación.

A pesar que las leyes mexicanas amparan a los trabajadores que no cuentan con un contrato escrito, las desventajas más evidentes que se pueden observar a raíz de la ausencia de un documento probatorio laboral son la carencia de seguridad social, rigidez salarial al alza y ampliación de la jornada de trabajo sin previo aviso (elementos de precarización).

En nuestro país para contar con algún sistema de seguridad social como trabajador, es necesario que la figura patronal se encargue de presentar los documentos que acrediten la relación laboral y de esa forma se pueda iniciar un proceso de ahorro para el retiro y atención médica. Sin un contrato escrito resulta imposible acceder a los dos beneficios mencionados a comienzos de este párrafo.

El otro aspecto a resaltar es el referente al salarial, ya que como se mencionó, en el contrato  debe estar incluida la paga a recibir. Una persona con contrato puede tener acceso a negociaciones salariales nominales año con año, lo cual lo puede llevar a tres situaciones, las cuales son que su salario real se mantenga, disminuya o aumente, debido al incremento de los precios generalizados en la economía. Alguien que carezca de un contrato escrito está en una posición mucho más desventajosa para esperar que su salario nominal aumente en la misma proporción que los precios, por lo cual a la larga el salario real devengado será cada vez menor.

En lo referente a la jornada de trabajo, la ausencia de un contrato escrito lleva a situaciones en las cuales la duración de una sesión laboral no es muy clara del todo, por lo que resulta en una situación común que el trabajo se alargue sin existir ningún estímulo o retribución económica que cubra esa extensión durante una jornada o varias.

Si los datos de existencia de contratos los trasladamos a la parte de equidad de género, el análisis se vuelve más rico, ya que contamos con más elementos para poder encontrar conclusiones debido a que la OIT en su documento llamado “Trabajo decente”, establece la creación de índices y definiciones que todo país debe considerar para asegurar el bienestar de las personas; debido a que además de generar un ingreso, el trabajo facilita el progreso social y económico, y fortalece a las personas, a sus familias y comunidades. Pero todos estos avances dependen de que el trabajo sea trabajo decente, ya que el trabajo decente sintetiza las aspiraciones de los individuos durante su vida laboral. El trabajo decente siempre estará en el polo opuesto de la precarización del mismo.

Para la OIT, un equilibrio entre el total de hombres y mujeres con un empleo, significa que el país en cuestión está generando un mayor número de plazas laborales, se puede cumplir más fácilmente con los derechos que todo trabajador posee, así como una extensión en la cobertura de la seguridad social y garantizar el mismo estatus social para cualquiera sin importar su condición.

Sumado a lo anterior, el hecho de que la mujer sea capaz de ingresar al mercado laboral casi en la misma cantidad que los hombres, en palabras de la OIT, facilita el cambio de hábitos y costumbres en una sociedad, ya que además de estar más cerca de la igualdad, los hijos del núcleo familiar estarán en mejores condiciones para ingresar en su momento al mercado laboral, por lo que dichas sociedades son proclives a encontrar menores aspectos de un sector laboral precario, por lo que a continuación mostramos cifras referentes al tema.

PORCENTAJE DE HOMBRES Y MUJERES QUE CUENTAN CON CONTRATO ESCRITO RESPECTO AL TOTAL

FUENTE: Elaboración propia en base a la ENOE del segundo trimestre de 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012. INEGI.

Las cifras del cuadro anterior dan muestra de un mercado laboral que sigue favoreciendo la inclusión de los hombres al mismo, dejando de lado el papel que pueden llevar a cabo las mujeres. A pesar de ser un periodo largo el que corre de 2007 a 2012, las variaciones que podemos observar son marginales, por lo que la legislación laboral ni las posibles políticas y recomendaciones de instituciones como la OIT han servido para cambiar el panorama del mercado de trabajo mexicano.

Hoy México es un país que labora sin contratos, por lo que la mayoría de trabajadores se encuentra en la informalidad o en sitios de empleo formal, pero sin ningún tipo de seguridad; a la par que  es desigual en cuanto al brindar oportunidades de formalidad a hombres y mujeres.

El primer mito cae, México labora sin contratos generalmente, por lo que uno de los tres elementos de flexibilidad laboral se cumple.

FUENTE: sdpnoticias.com/Edmar Ariel Lezama Rodríguez